Los traductores somos muy perfeccionistas. Y si hay algo que nos incomoda es que nos señalen nuestros errores. Por eso quiero empezar este blog escribiendo sobre algo que vengo observando desde que empecé a trabajar como traductora y que quizá evite que alguien dé más tropiezos de los necesarios.
¿Qué errores cometen con mayor frecuencia los traductores noveles?
1. Creen que sus traducciones son perfectas.
Haber aprobado todas las asignaturas de traducción de la carrera con nota o con un cinco pelao no garantiza en absoluto que tus traducciones sean incuestionables. Si quieres trabajar como traductor (ya sea desde casa o en una empresa), prepárate para recibir críticas. No existe una traducción perfecta y habrá momentos en los que tendrás que dar tu brazo a torcer por el bien de tu salud mental. Si tu revisor te dice que debes ponerle tilde a «solo» cuando equivale a «solamente», amablemente debes indicarle la norma, pero si él tiene la última palabra, tendrás que aceptar lo que él diga. Lo mismo ocurre si el que revisa eres tú y es el traductor quien tiene la última palabra. Y si te señalan un error y te das cuenta de que lo es, acéptalo y corrígelo. Todos somos humanos y cometemos errores. Un traductor nunca deja de aprender.
2. Se quejan de que hay mucho intrusismo en el mercado de la traducción.
Veamos qué dice la RAE sobre la palabra «intrusismo»:
“intrusismo. (De intruso).
1. m. Ejercicio de actividades profesionales por persona no autorizada para ello. Puede constituir delito.”.
Aunque no recuerdo a ningún profesor que nos hablara del intrusismo, lo cierto es que este es un pensamiento bastante extendido entre los estudiantes de traducción. Quizá tiene que ver con aquello de la perfección que cometaba en la introducción, eso de que los traductores nos creemos «mejores» que el resto de los mortales en cuestiones lingüísticas, una especie de raza superior del idioma, y si alguien que no ostenta el título de traductor se dedica a ello, los que sí lo tienen (y no tienen trabajo de traductor) lo crucifican.
Volviendo a la definición de la RAE, ¿quién nos autoriza a traducir? La universidad solo nos da un título, pero no hay ningún organismo que regule la profesión y que “autorice” a ejercer como traductores a aquellos que quieran dedicarse a ello. Por lo que no podemos hablar de intrusismo. Cuando alguien habla de «intrusismo» normalmente se refiere a que hay gente que traduce sin tener la formación adecuada. Pero, ¿acaso todos los profesores de las facultades de Traducción e Interpretación de España son licenciados en Traducción? Si no disponemos de un organismo que regule la profesión, ¿cómo sabemos qué formación es la adecuada para ejercer como traductor?
3. Hacen trabajos sin estar dados de alta como autónomos.
Esta cuestión es muy interesante, porque normalmente son aquellos que dicen que hay muchos intrusos que les quitan el trabajo a los profesionales los que hacen trabajos sin estar dados de alta como autónomos. Y yo me pregunto, ¿no se incluye también en lo de ser profesional darse de alta como autónomo y pagar los impuestos que correspondan? ¿Quién es más profesional: el traductor que hace una traducción y a la hora de cobrar le dice a su cliente que como no es autónomo, que si le puede hacer un recibo, etc. o el que después de hacer una traducción entrega su factura correspondiente?
4. No escriben correctamente.
Cada cierto tiempo, llega a las listas de distribución de traducción algún mensaje de algún traductor que empieza, quejándose (normalmente por estas cosas que acabo de describir) y lo hace de una forma que no es la que se espera de un profesional. Se escriben mensajes sin tildes, con faltas de ortografía, «pq asi se scrib + rapid»… Las personas que envían estos mensajes no se dan cuenta de la imagen que están transmitiendo. ¿Acaso también escriben así cuando se comunican con algún profesor? En una lista de distribución y en cualquier medio escrito en general, debemos cuidar nuestra ortografía, ya que no sabemos quién nos va a leer. Además, ¿no se supone que somos profesionales del lenguaje? Somos los primeros que debemos cuidarlo.
5. Traducen muchas lenguas.
Muchos estudiantes escogen todas las asignaturas de idiomas que pueden porque piensan que así tendrán más trabajo. Nada más lejos de la realidad. Un traductor que pone en su currículo que traduce del inglés, francés, alemán, polaco, ruso, italiano, rumano y sueco al español y viceversa, no será tomado en serio por nadie. Lo normal es que los licenciados tengan una o dos lenguas de partida, aunque hay casos excepcionales, claro. Igualmente, aunque en la facultad haya asignaturas de traducción inversa, solo debemos traducir a nuestra lengua materna. Si hay alguien leyendo que sepa inglés, le propongo que traduzca al inglés el siguiente vídeo: Creo que hasta un nativo inglés tendría problemas para hacerlo. Por no hablar de interpretarlo. ^^
6. Traducen de “todo”.
Este es otro error promovido por los planes de estudio de algunas facultades. Si los estudiantes no tienen itinerarios y no pueden escoger muchas asignaturas, al final salen de la facultad pensando que pueden traducir todo lo que les echen porque en la facultad han hecho traducción jurídica, económica, técnica y científica. Al igual que en el punto anterior, especializarse en uno o varios campos es la única garantía de ofrecer un trabajo de calidad y que sea rentable para el traductor. Si un traductor especializado en traducción jurídica, acepta un encargo sobre microbiología, ¿cuánto tiempo tardará en hacer la traducción?
7. Ofrecen tarifas locales a clientes internacionales.
De entrada, las agencias españolas no pagan lo mismo que las agencias estadounidenses o las alemanas, por ejemplo. En estos años, en España he visto tarifas ofrecidas por agencias desde los 0,025 EUR (!) hasta los 0,08 EUR por palabra de origen (en la combinación de inglés a español). Si nos vamos al extranjero, dependiendo del país es posible ver tarifas de hasta 0,20 EUR por palabra de origen. Todo depende de múltiples factores, pero no es nada recomendable pedir, por ejemplo, a una agencia británica esos 0,025 EUR que nos ofrece una agencia española.
¿Por qué?
Muchos pensarán que si ofrecen una tarifa más baja podrán “fidelizar” a la agencia y conseguir un volumen de trabajo que asegure unos ingresos elevados (en otra entrada trataré este punto con mayor detalle), pero también es posible que al ver esa tarifa tan baja la agencia ponga en duda la capacidad y la profesionalidad del que la ofrece. Además, un cliente que contrata servicios fijándose en el precio únicamente, abandonará a su proveedor cuando encuentre a otro más barato.
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